La integración regional dio un nuevo paso en 
la reciente Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra 
América –ALBA-, realizada a inicios de febrero, cuando se conformó el 
Espacio Económico del ALBA (Ecoalba) cuya coordinación quedó a cargo del 
economista ecuatoriano Diego Borja. El día de hoy el Enlace de Medios 
para la Democratización de la Comunicación entabló un diálogo con Borja, 
quien destacó que los ochos países miembros del ALBA tienen en conjunto 
un producto interno bruto (PBI) de 650 millones de dólares y agrupan a 
80 millones de personas, con lo cual se perfila como la tercera economía 
más importante de América Latina.

El coordinador del Ecoalba precisó también que, a diferencia de otros 
tratados económicos, este proceso de integración no nace con un 
fundamento estrictamente mercantil. No es una integración basada 
únicamente en el comercio sino que está vinculada con voluntades 
sociales, políticas, comunicacionales y de una visión compartida de 
futuro entre los países miembros.

Una de las primeras decisiones de Ecoalba ha sido fortalecer el Banco 
del ALBA que estaba funcionando como un fondo que apoyaba a ciertos 
proyectos. En adelante, el banco será capitalizado con el 1% de la 
reservas de los países miembros y funcionará como un banco de desarrollo 
que fomente la producción, el empleo, que contribuya a financiar 
proyectos binacionales o multinacionales de los países miembros, 
especialmente en el área de la seguridad alimentaria, la salud, la 
energía, los conocimientos y el transporte.

En este marco también se ha puesto énfasis en la necesidad de la 
integración física y logística, a través de los sistemas de puertos, de 
líneas aéreas y ferroviarios, al servicio de la integración del 
continente. Ello es particularmente importante para el ALBA, debido a la 
distancia geográfica entre los países miembros. “Sin integración física, 
probablemente esta voluntad muy grande que existe entre nuestros 
presidentes puede morir”, advierte el economista ecuatoriano. En este 
sentido, uno de los elementos prioritarios será la integración aérea, 
para “que tengamos la posibilidad de usar las líneas nacionales entre 
nuestros países”, señaló.

Asimismo, se acordó la elaboración de un mapa de las mercancías para 
conocer con exactitud qué venden y compran los diferentes países, con el 
objetivo de buscar reorientar el comercio exterior de estos países hacia 
un mercado regional que opere con lógicas diferentes al de una economía 
capitalista.

Otro aspecto importante ha sido la decisión de fortalecer el Sistema 
Único de Compensación Regional (SUCRE) como moneda virtual que permite 
evitar recurrir al dólar en las transacciones regionales, de tal forma 
que los venezolanos lo hagan en bolívares, los cubanos en pesos, es 
decir que cada país utilice su moneda nacional.

En este punto Borja hizo hincapié en que se tendrá que luchar con el 
peso de los hábitos y de grandes intereses que impiden que se generalice 
el uso del SUCRE. Por ejemplo, se tendrán que solucionar problemas 
concretos de carácter administrativo, de carácter legal, de carácter 
operativo, porque a veces los bancos no tienen los sistemas informáticos 
para poder usar el SUCRE. Otras veces también es un problema de 
comprensión de los funcionarios o de intereses económicos de gente que 
gana al comercializar en dólares. Pero definiendo dónde están los 
problemas, se podrá acudir a los niveles políticos para remover las 
dificultades que impiden que se generalice este sistema de intercambio 
comercial, afirmó.

Sin embargo, a pesar de las dificultades, el economista destacó, como 
ejemplo, que las transacciones entre Ecuador y Venezuela, utilizando el 
SUCRE pasaron de un monto equivalente a 7 millones dólares en el 2010 a 
290 millones de dólares en el 2011. Además, otros países como Brasil y 
Argentina están viendo que el sistema ayuda a fortalecer sus propias 
monedas porque brinda un margen de maniobra mayor al hecho de tener que 
utilizar dólares, que elevan los costos de transacción.

Oportunidad

Toda esta plataforma plantea una alternativa a los mecanismos 
tradicionales de gestión económica en los que operan los oligopolios, 
los poderes políticos transnacionales e incluso los poderes militares. 
Por ejemplo, dijo, el poder del dólar está centrado en el poder militar 
de los Estados Unidos. Si no, cómo se explica que en la vida real en 
plena crisis del dólar, todavía siga siendo la moneda de uso común. Para 
comprender el tema, según Borja, “tenemos que remitirnos a otros 
elementos que no están necesariamente en las características de la 
moneda, sino en la geopolítica y la fuerza militar”.

Por otra parte, se apunta a no depender de inversiones extranjeras 
depredadoras que tengan como único objetivo generar una utilidad sin 
importar como lo hacen. Es decir, aquellas inversiones a las que no les 
importa depredar recursos naturales o la institucionalidad, sin pagar 
impuestos, corrompiendo a los funcionarios, etc. “Inversiones que vengan 
a depredar, a generar problemas con nuestras comunidades campesinas en 
las áreas del agronegocio, no pueden ser bienvenidas”, recalcó.

Por estas razones, Borja considera necesario contar con mecanismos 
viables en la financiación del desarrollo propio. Es decir, hay que 
asegurar que “nuestros objetivos nacionales y populares –y allí entra el 
campo de la economía popular- estén debidamente resguardados de poderes 
que son muchísimo más grandes.”

Sin embargo, hay inversiones que sí son complementarias a la inversión 
nacional, como por ejemplo, en el caso de Ecuador, con la inversión 
China en la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, que está encausada en el 
plan nacional de desarrollo, explica Borja.

Posibilidades de Latinoamérica

Diego Borja enfatiza en que no se puede seguir avanzando si se sigue 
viendo solo a Europa, a Estados Unidos o a la firma de los TLC como 
supuestos motores para el desarrollo. Mientras el Norte está en crisis, 
por primera vez en muchos años América del Sur tiene excedente de 
dinero, capacidad de inversión, gobiernos volcados al servicio a sus 
pueblos. Entonces, pregunta, “¿por qué no nos volcamos más al Sur?”.

Borja considera que actualmente, América del Sur necesita construir un 
sistema de ferrocarriles. Esto generaría una inmensa inversión, 
movilizaría trabajo y conocimientos y resolvería problemas. Asimismo, se 
podría organizar un sistema de seguridad agro-alimentaria desde Caracas 
hasta la Patagonia, generando trabajo y producción con los campesinos, 
con recursos propios. En tal sentido, la actual crisis capitalista puede 
ser una oportunidad para la región, pero viendo hacia dentro y no solo 
hacia fuera.

Sin embargo, Borja advierte que no se debe cantar victoria, porque hay 
instituciones que han quedado de la vieja arquitectura financiera que 
parecieran estar resucitando. Vuelven a revivir viejas ideas con nuevos 
empaques. Es una disputa simbólica, una lucha de las ideas en la que “no 
se puede ceder terreno… en términos de profundizar una transformación”, 
enfatiza.

Por ejemplo, Borja considera inconcebible que el FMI esté dictando 
cátedra en Europa. Tampoco se explica cómo Brasil y otros países 
aprobaron la capitalización del BID; ni se entienden planteamientos del 
Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR), que hace poco propuso invertir 
las reservas regionales en papeles del tesoro de Estados Unidos, en vez 
de invertir en las economías de la región. Estas viejas estructuras “no 
se van a morir de muerte natural –opina-. Hay que generar las nuevas 
alternativas (Banco del Sur, Fondo del Sur, SUCRE), y demostrarles, 
frente a lo que ya está caduco, hoy existe esto; y así lo nuevo, con 
voluntad y con eficiencia, creo que va a remplazar a lo viejo”.

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La entrevista completa se puede escuchar en www.aler.org

El ALBA está integrada por Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, 
San Vicente y las Granadinas, Dominica y Antigua y Barbudas. Además 
están en camino de adhesión Haití, Santa Lucía y Surinam.

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