Por:
Fernando Peña, MA.
Politólogo y Sociólogo, profesor de la UASD

En el caso hondureño no sólo se producían las condiciones político-institucionales objetivas para que el poder norteamericano actuara en esta dirección contra-revolucionaria, sino que además quedaron compelidos por desafíos estratégicos militares y geo-políticos generados a partir del conjunto de cambios en el mapa político de la América Latino-caribeña, resultados del influjo de la oleada revolucionaria inspirada en Simón Bolívar, el conjunto de mártires y heroínas y el reencuentro con nuestra memoria histórica.
El diseño del golpe militar en Honduras fue, indudablemente, organizado con anterioridad al triunfo del Presidente Barak Obama, pero aplazado por la diversidad de problemas internacionales y regionales, y frenado, de manera especial, por los necesarios reajustes que implicaba el cambio de republicanos por demócratas.
Esos desajustes condujeron a que la operación se dañara y se reprodujeran “los errores” cometidos en la experiencia venezolana del 11 de abril del 2002, al influjo de una realidad interna caracterizada por:
• El abierto activismo político-diplomático de los personeros gringos en Honduras llevó a la organización de una reunión en la embajada de Estados Unidos el 21 de junio en Tegucigalpa, bajo los auspicios de su Embajador, Hugo Llorens. Esta fue publicitada en medios de comunicación. Para presionarlo, a ella participó fue invitado el propio Presidente Zelaya, al que se le presionó, sin éxitos, para revertir el proceso que había iniciado.
• Los angustiosos esfuerzos para revertir las medidas del ejecutivo hondureño sobre el sector energético que, tras su ingreso al ALBA y las ventajosas relaciones comerciales con Venezuela, yugulaban el negocio del cartel hondureño del mercado de los combustibles y beneficiaban al Estado y pueblo de ese país.
• El negocio energético, asociado a los Bush desde finales de los años ´60, el peso de las empresas comercializadoras de combustibles y los enclaves de las maquiladoras (zonas francas industriales) vieron amenazado su control hegemónico de la economía hondureña.
• Las articulaciones mafiosas a los negocios del lavado de dinero, la articulación a los cárteles de la droga “aprendidos” desde los tiempos en que la Base Militar Norteamericana fue utilizada por Oliver North y Estados Unidos para organizar y financiar la guerra de la “contra” en la Nicaragua Sandinista, en base al negocio de las drogas, fenómeno admitido y conocido como programa “Iran-contras”.
• Las iniciativas dirigidas a limitar primero y sacar después la principal Base Militar Norteamericana en la región, desde la que se había dirigido el militarismo en la época de las dictaduras militares y el auge de la llamada “guerra fría”. El Presidente Zelaya había adelantado gestiones con Venezuela y el ALBA para obtener el apoyo financiero dirigido a convertirla en aeropuerto civil.
• Las iniciativas político-institucionales dirigidas a modificar la constitución sobre la base de una Constituyente de base popular y ciudadana, que creara las condiciones para superar esa condición histórica de tercera nación más pobre del continente.

Además de estos hechos y circunstancias político-sociales, el movimiento de personal y los actores concretos que operacionalizan los planes y las políticas norteamericanas devienen en testimonios no sólo de su complicidad con los hechos, sino en pruebas irrefutables de su responsabilidad directa en la acción golpista contra-revolucionaria.

No deviene en casualidad histórica, sino en hecho probatorio de la complicidad y la responsabilidad directa, el involucramiento en las gestiones y seguimiento de las secuelas del golpe de Estado, de figuras claves del staff del Departamento de Estado y las fuerzas militares y de inteligencia gringa como:
• Hugo Llorens, nombrado por George W. Bush desde abril de 2008 como embajador norteamericano en Honduras y que se desempeñó también como Consejero para asuntos económicos en Honduras y Bolivia, agregado comercial en Paraguay, coordinador de asuntos para el narcotráfico en El Salvador, funcionario consular en Filipinas, responsable de asuntos andinos del Consejo Nacional de Seguridad, asistente de Bush y asistente del director del Consejo sobre asuntos de Colombia, Venezuela, Bolivia, Perú y Ecuador.
• Douglas M. Franser, recién designado general del SouthCom con la misión expresa de manejar esta situación y sus derivaciones.
• Richard A. Juergens, que dirigió el golpe de Estado y secuestro del Presidente Jean Bertrand Aristide, a quien confinaron desde entonces en Africa. En ese momento era jefe del “Special Operations Command”.
• Jhon McCain, jefe del Instituto Republicano Internacional –IRI, excandidato presidencial en los Estados Unidos y confeso anticomunista que financia desde esa entidad que dirige las conspiraciones contra los proyectos nacionales bolivarianos y anti-imperialistas del continente.
• Lanny Davis, asesor especial de Hillary Clinton y abogado de su esposo cuando era incumbente de la Casa Blanca. Responsable de realizar todo el lobby en el congreso gringo y el plan mediático a favor de los golpistas hondureños. Tiene la cobertura de un contrato para esos fines de la Cámara de Empresarios de América Latina -CEAL-
• John Negroponte, Embajador norteamericano en Honduras en el periodo en que la Base Militar de Soto Cano o Palmerota, era el centro de operaciones de “la contra” nicaragüense y de los escuadrones de la muerte de Centroamérica.
• Dan Restrepo, Consejero Adjunto de Seguridad Nacional, Departamento de Estado.
• Michael Schifter de Diálogo Interamericano de Washington.
• James Steinberg, Subsecretario de Estado.
• Thomas Shannon, Subsecretario de Estado para América Latina.
• Cris Arcos, que se desempeñó como Embajador en Honduras y es conocedor de sus procesos internos y de los grupos del poder tradicional en ese país.
• Otto Reich, conocido agente de la conspiración y el terrorismo en América Latina y El Caribe, al servicio de la seguridad y la diplomacia norteamericana.
• Jim Swigert, Responsable de los programas de financiamiento de la ultraderecha vestida de “Sociedad Civil” en el continente y que canaliza recursos provenientes del Instituto Nacional Demócrata de los Estados Unidos.
• Adolfo Franco, pieza clave de la mafia anti-comunista cubana en Estados Unidos, que combina y camufla sus actuaciones en el ropaje institucional de personaje dedicado a promover las “políticas de desarrollo” norteamericanas bajo el formato de la UASID, institución que ha regenteado para América Latina y El Caribe.
Estos nombres no deben ser olvidados. Tienen que ser tomados seriamente en cuenta para comprender y seguir la ruta de la conspiración norteamericana, para identificar sus promotores directos en materia de grupos de poder y los resortes de inteligencia y político-diplomáticos que articularon operativamente el golpe de Estado contra Mel Zelaya:

El grave error gringo fue manejar la situación en Honduras y al pueblo hondureño como lo hacían cuando consideraban ese país como una miserable “República Bananera”, marcada durante casi un siglo por las humillaciones explotadoras y las ignominias que les imponían la United Fruit Company y la “Chiquita Brands”.