• Por: Carlos Márquez
  • Periodista y Escritor
  • Tomado de Telecalibre.

La práctica demuestra que contra aquellos líderes que emergieron en nuestro continente y pasaron a dirigir los destinos de los más importantes países tras el fracaso del modelo de desarrollo Neoliberal, se urdió un plan de asedio y descredito a fin de inhabilitarlos políticamente.

De ahí que, no fue una casualidad que a Dilma Rousseff la defenestaran del poder y que a Inacio Lula Da Silva lo mantengan en prisión en su patria Brasil.

Tampoco es una casualidad que a Rafael Correa se le persiga y se le acuse de ordenar el secuestro de un legislador durante lo que fue su gestión de gobierno al frente de Ecuador.

Asimismo, no es a causa del azar histórico lo que viene ocurriendo en Nicaragua, donde las llamadas fuerzas de la sociedad civil en contubernio con minorías desesperadas se hayan dedicado a socavar y a pedir la inmediata renuncia del presidente Daniel Ortega.

De igual forma no es el resultado de la chepa sociopolítica, la persecución judicial que desde que salió del poder, se ha montado en Argentina, contra la expresidenta Cristina Fernández.

El nuevo método aplicado en la región a fin de interrumpir los procesos democráticos, ha sido vía la judicialización política.

Después que el descrédito moral legitima la salida del poder de los presidentes elegidos democráticamente, se les encarcela, y cuando el denunciado mecanismo no logra eliminar el gobierno, ya fuera del poder, a los exmandatarios se les instrumentan nuevos expedientes.

Ese es el caso del expresidente Correa, a quien no lograron sacar del poder a destiempo.

Sin embargo, ya en la oposición, se consiguió que el mandatario que asumió el poder con todo su respaldo, Lenin Moreno, se prestara a la farsa.

En lo referente a Cristina Fernández, sus detractores locales e internacionales, no les perdonan que durante sus gobiernos, mantuviera una posición firme a favor de la democracia y la soberanía de las naciones que conforman nuestro continente.

Se sabe que numerosos funcionarios y empresarios ya han sido apresados, acusados de constituir una supuesta red de sobornos.

A la expresidenta, se le acusa de haber formado parte de aquellos hechos.

Simplemente, una nueva forma para tratar de inhabilitarla en el marco de las grandes dificultades económicas en que se ha estado desenvolviendo el gobierno que encabeza el presidente Macri.

En esa coyuntura Cristina Fernández, quien es senadora, ha relanzado su liderazgo, y se hace necesario ponerle freno.

La vía expedita es mediante la acción judicial arbitraria, lo que más se parece a una verdadera cacería de brujas, que en el presente histórico afecta al grueso de los líderes que emergieron en nuestro continente, con un discurso no Neoliberal, tras el fracaso de ese modelo en la región.